«El tomate es uno de los platos más demandados de la carta en Miranda»
Cada vez más restaurantes de la ciudad incluyen en su oferta a la joya de la huerta local
Raúl Canales Sábado, 30 de septiembre 2023
Los sabores tradicionales son una de las señas de identidad de La Vasca, y entre los que hacen las delicias de los paladares que frecuentan el restaurante, no puede faltar el tomate. «Hace más de treinta años que lo tenemos en la carta», asegura Iñigo Ruiz, propietario del establecimiento, que sabe que la joya de la huerta local es un valor seguro. «Es uno de los platos más pedidos entre los clientes de fuera de la ciudad. Los mirandeses quizá no lo demandan tanto porque muchos tienen acceso a él, ya sea porque tienen huerta o porque siempre hay un amigo que te los da, pero cuando viene gente de fuera lo suelen pedir», asegura. Las críticas, concluida la comida, «siempre son positivas, gusta mucho».
Por 8 euros, La Vasca sirve un entrante copioso, para compartir. Cada semana, adquiere cerca de 20 kilos a productores locales. «Tenemos cuatro o cinco hortelanos que nos suministran y que son de confianza», explica Ruiz. La fórmula es la misma en todos los restaurantes locales que incluyen en su carta un producto que por su sabor no exige mucho tratamiento. Casi va directo de la tierra a la mesa, «con un poco de sal y aceite. Como mucho, algo de perejil y ajo», aunque también hay quienes lo utilizan como ingrediente principal de recetas más elaboradas.
La obtención de un sello de calidad afectaba más a los productores que a los restaurantes, aunque a la larga hubiese otorgado más fama al tomate mirandés y eso repercute en toda la cadena. «Cuando un producto se conoce mucho, al final la gente lo demanda más», afirman desde los establecimientos de hostelería, conscientes de que tener una etiqueta de ese tipo siempre tiene un pacto positivo en el turismo gastronómico. «No tener sello de calidad o denominación de origen no quiere decir que sea peor producto que los que sí lo tienen, pero está claro que esas marcas legales generan confianza y garantía en los clientes», afirman desde La Vasca.
En el caso de Miranda, el producto elegido tiene un handicap: su temporalidad. «Solo hay tomates dos o tres meses en el año y para venderse en conservas todo el año requiere ya una elaboración».